domingo, 14 de julio de 2013

Elektra Assassin. La revolución del cómic.

Elektra Asesina es una mini serie de ocho episodios de Marvel publicada en 1987, creada por Frank Miller (guión) y Bill Sienkiewicz (dibujo). Elektra apareció en el universo Marvel de la mano del propio Miller, que la creó cuando trabajaba en Daredevil. Y en ningún otro cómic ha alcanzado la gloria como personaje que consigue aquí.

La historia recrea en cierto modo las elecciones de 1984, en las que un envejecido Ronald Reagan defendía la presidencia. Detrás de la intriga política que plantea la trama encontramos el verdadero tema de Elektra Asesina: la guerra generacional. El enfrentamiento entre la decrepitud republicana y la juventud liberal y demócrata. Y también el choque entre la tradición del cómic americano y la fuerza arrolladora de autores innovadores. La vejez, decrépita en efecto, y la juventud depositaria del mal (el villano es el joven candidato demócrata) se anulan la una a la otra. Así pues, la tesis de los autores aquí es que no son las generaciones ni las personas el problema: el enemigo es el sistema (político y del cómic), al que hay que combatir sin cuartel.
El triunfo de Elektra es la revolución, impulsada también por otras obras como El Regreso del Caballero Oscuro del propio Miller o el archiconocido Watchmen de Alan Moore. ¿Y qué es lo que cambia a partir de entonces? Primero que nada a nivel culturar es el inicio del “fenómeno freak”, tras el estreno en los años 70 de Star Wars, Indiana Jones, etc. Esta nueva coyuntura aumentó la demanda y permitió a los fabricantes de cómic pasar de la distribución en quioscos a las librerías especializadas. También propició un cambio en los formatos. Se pudo aumentar la calidad del papel y el dibujo porque era posible vender más caro. Los cómics se convierten en un objeto valioso, no un tebeo de leer y tirar.
El mayor avance sin duda se encuentra en los propios autores y la forma de trabajar. El cómic antes de este punto crítico funcionaba como una cadena de montaje que implicaba a un gran número de personas (tanto escritores como dibujantes). Los dúos hasta entonces eran poco habituales, pero acabarían convirtiéndose en el ideal a seguir. Esto es algo que el manga japonés llevaba haciendo mucho más tiempo y que espero que algún día tomen nota las series de televisión si quieren dar el salto al siguiente nivel: un solo autor (o un grupo muy reducido) con todo el control de la obra tiene muchas más probabilidades de conseguir un producto de alta calidad que un equipo que trabaja en relevo. Este poder les permite explotar sus ideas, romper con lo ortodoxo. Así el cómic trasciende, eleva sus pretensiones artísticas y nace el término novela gráfica. Algo sin duda polémico sobre lo que hablaré en un futuro no muy lejano.


¿Y qué hace especial a Elektra Asesina en comparación con las otras dos obras citadas? La respuesta es: Bill Sienkiewicz. Llega a extremos donde Gibbons (dibujante de Watchmen) y Miller (que escribió y dibujó El Regreso del Caballero Oscuro) no se atrevieron. Desde su entrada en la industria brillo por su virtuosismo y sus recursos técnicos. Elektra es su Capilla Sixtina, aquí su ruptura con las formas visuales tradicionales del comic es total, hasta el punto en que la mayoría de paneles parecen pequeños cuadros con elementos que van desde el romanticismo más clásico, pasando por el expresionismo hasta llegar al pop art más descarado. Este arte tan caótico genera una estructura narrativa más compleja que otros trabajos de Miller en solitario. Sin duda el estilo de su compañero le influyó a la hora de planear la narración. Y es precisamente la unión de sus dos talentos lo que convierte a Elektra Asesina en una obra maestra.

Próximamente: 1984. Universos distópicos y denuncia social en la literatura. 

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