lunes, 29 de abril de 2013

El Fanfiction. Los escritores no profesionales.


Podríamos traducir literalmente el término Fanfiction (abreviado Fanfic) como “ficción de fans” y no iríamos desencaminados. Se trata de trabajos escritos hechos por fans de un libro, película, manga, videojuego, serie de televisión u otro elemento de la ficción narrativa (aunque aun no me he topado con ninguno basado en Gran Hermano, pero puede que lo haya). Esto quiere decir que los seguidores de determinada ficción recrean los personajes, situaciones e historias originales dándoles un nuevo giro, contando sus propias historias. Hay que remarcar lo de que son trabajos ESCRITOS, ya que existen otras formas en las que los fans crean ficción a partir de la ficción, como son el fanart, el fanfilm, las webseries y el dôjinshi. El Fanfic y sus hermanos a menudo son objeto de desprecio principalmente por dos razones: se cuestiona su calidad (con razón, ya que son trabajo de aficionados y no es fácil encontrar material de calidad) y se mira con mal ojo lo que parece un plagio. Esto último es el argumento de: ¿por qué voy a leer esto si está basado en otra cosa? Lo cual se desmonta fácilmente si te interesa el tema que trata tanto la historia original como el fanfiction.
El Fanfic puede tener origen la mente aislada de una obsesa con Crepúsculo que decide reescribir la historia para incluir las escenas de sexo que la autora mormona no se atrevió a poner en el original. En mi opinión se inicia en el Fandom, concepto que se refiere a la comunidad virtual de fans. Creo que la proliferación del Fanfic se debe precisamente a esta comunidad en torno a la cual se reúnen los seguidores de determinada obra. Allí comparte impresiones y surge inevitablemente la cuestión del ¿qué pasaría si…? o ¿te imaginas qué tal personaje hubiera…? Y de ahí a que alguien reescriba la historia o invente una nueva hay un paso.
Eso es lo que ocurrió en mi caso. Como expliqué en la entrada que dediqué a Harry Potter, fue esta la obra que me llevó al Fandom. Muchos Fanfic se distribuyen a través de blogs, pero la plataforma más masiva y conocida es, sin duda, www.fanfiction.net. Aunque hay más, no fue allí donde leí mis primeros Fanfics, pero si es la que más he utilizado. Fue allí donde me conmocionó el valor que tiene el universo que queda detrás de una obra de ficción cuando el autor deja de desarrollarla. Eso no es el fin, la ficción continúa en las mentes huérfanas de los fans. Claro que no todos las obras tienen este impacto, sólo las que aglutinan tras de sí un número lo suficientemente grande de seguidores. Por esto hacía hincapié antes en el peso que tiene la comunidad, ya que parece ser muy influyente en la decisión que toma el fan: limita su imaginación al plano personal o lo canaliza hacia el exterior y lo comparte con su grupo de referencia.

Próximamente: El Fanfiction. Los escritores no profesionales (2ª parte).

viernes, 19 de abril de 2013

Dos velas para el diablo. La creación del universo propio.

Dos velas para el diablo es una novela publicada por SM en 2008, su autora, Laura Gallego es uno de los referentes en el género de la novela juvenil de fantasía en España. No es muy ejemplar en lo que a prosa se refiere, es demasiado emotiva y poco distanciada de la narración para mi gusto. Sin embargo, no hay demasiados autores que puedan competir con su desbordante imaginación y su capacidad para crear nuevos universos (una media de dos por año).


¿Y qué es exactamente el universo propio del autor? Es aquel espacio literario en el que se desarrolla la obra del escrito. No hace referencia sólo a la localización, también a la época y al contexto, al conjunto de reglas que vertebran la narración. Espero que con esta definición quede clara la estrecha relación que hay entre la creación del mundo literario y la verosimilitud, que es el conjunto de reglas que dotan de coherencia interna a la historia.
El proceso de construcción de este universo es diferente según el autor. Aquellos que optan por el realismo muchas veces se basan en ambientes que les son familiares, como Carmen Laforet y otros autores de la postguerra en España. En estos casos es habitual que dicho espacio, que ha sido relevante en la vida del escritor, esté presente en toda o en la mayor parte de la obra. En cambio los escritores de fantasía o de ciencia ficción en lugar de recrear lugares conocidos crean nuevos universos. A veces es de forma sutil, rompiendo un par de reglas de nuestro mundo para transformarlo. En otras ocasiones el autor realmente nos desplaza a otro universo. Un buen ejemplo sería de nuevo Laura Gallego en Memorias de Idhun. Para este segundo grupo de escritores no es tan habitual centrar toda su obra en un mismo espacio, sino que suelen crear nuevos mundos para cada una de sus historias.
Tal vez alguien se pregunte por qué no escogí como ejemplo central Memorias de Idhun, que es la saga más exitosa de Laura Gallego. Si bien Idhun es un mundo extenso y muy rico, el universo que crea la autora en Dos velas para el Diablo me parece más verosímil, mejor construido. Y sobretodo más concentrado, sin necesidad de una trilogía de quinientas páginas por volumen para llegar a conocer lo suficiente. Además de que como novela es bastante mejor. (Hay otra razón por la que escogí Dos velas para el diablo pero ya hablaré de eso en la siguiente entrada)
En definitiva, la creación del mundo propio (o mundos) es vital para el escritor. Ya sea el universo en el que van a flotar tus próximas veinte novelas o el primer universo de los veinte que te quedan por crear. Sin un trabajo duro y a consciencia en su construcción en él, cualquier historia que se inserte en él tendrá problemas de ambientación y verosimilitud. Además, considero que una vez que el lector llega al final del libro, este mundo en el que el autor ha plasmado un imaginario y una simbología es el que les mantiene atados, en ese nexo indisoluble que sólo la literatura puede conseguir.

Próxima entrada: Fanfiction. Los escritores no profesionales. El siguiente tema que ya he insinuado en ocasiones anteriores es el fanfiction, el género con el que descubrí el placer de escribir.

jueves, 11 de abril de 2013

Escribir con música. ¿Sí, no, depende?


Antes que nada debería aclarar que cuando hablo de escribir con música me voy a referir a dos procesos diferentes: uno es el trabajo “escribir propiamente dicho y otro es la fase de preparación. El papel que juega la música es diferente en cada uno.
En el primero hay que tener en cuenta que nuestro cerebro ha de estar más orientado a dejar salir la información que a permitir nuevas entradas. Por tanto es delicado el uso de acompañamiento musical en estos momentos. Es desaconsejable el uso de piezas musicales que absorban nuestra atención por su complejidad o por su novedad. Sin embargo, dependiendo de lo que estemos escribiendo, hay canciones que pueden tener el efecto contrario y ayudarnos a entrar en situación. Por ejemplo, si estás escribiendo una novela de terror y misterio quizás te ayude a concentrarte en las sensaciones que quieres transmitir el escuchar temas como este:


En el segundo proceso su papel es mucho más importante a mi entender, ya que no es un mero acompañamiento. Pocas cosas disparan más la imaginación que la música. Después de todo también es una forma narrativa, las canciones nos cuentan historias, que al entrelazarse con aquellas que ya tenemos en nuestra cabeza pueden dar lugar a algo completamente nuevo. Un ejemplo de la capacidad que tiene la música para crear nuevas historias son los AMV (anime music video), creados combinando clips de video con música y dando origen a una historia que puede ser diferente del guión original de la serie.

En esta fase la música también destaca por su utilidad como elemento de caracterización de los personajes. ¿Qué música le gusta al protagonista? ¿Cuál no soporta? ¿Cuál es su canción favorita? ¿Cuál suena en tu cabeza cuando piensas en él? Pensar en las tres primeras preguntas ayuda a definir la personalidad y el carácter, mientras que la última te hace reflexionar en las sensaciones que quieres que transmita el personaje en cuestión, su aura. Por ejemplo, el antagonista de la novela en la que trabajo, un psicópata de libro con un toque tragicómico, esta es la canción que suena en mi cabeza cuando pienso en él:

Próximamente: Dos velas para el diablo. La creación del universo propio. En la siguiente entrada hablaré sobre uno de los mejores libros de Laura García Gallego. La autora es un referente en lo que se refiere a crear nuevos mundos literarios. 

martes, 2 de abril de 2013

Con la soga al cuello. El cuento como laboratorio.


Con la soga al cuello es un libro de cuentos firmado por Flavia Company basado en una premisa curiosa: todas sus historias se componen de lo que podrían haber sido anécdotas de la vida cotidiana. Salvo que aquí acaban por llegar al extremo, convirtiéndose en situaciones en las que la decisión tomada supone una bifurcación en el rumbo de la vida del protagonista. Como quien tiene la soga en la mano, más bien. He tenido la suerte de que la autora me diera clases (de cuento, precisamente) y de ahí surge la idea de aprovechar algunos conceptos que he trabajado los últimos meses y relacionarlos con su libro.

Hay una diferencia fundamental entre el cuento y la novela en cuanto al efecto que producen en el lector y la forma en que lo consiguen. Una novela cuenta con una extensión que nos permite a los autores hacer uso de todo tipo de trampas (entiéndase bien el término) y recursos para tocar el alma del lector. El cuento, en cambio, se parece más a una partida en la que te la juegas todo a una carta, que suele ser un giro final sorprendente. En pocas palabras y por emplear una metáfora del agrado de la autora en cuestión: “la novela te gana por puntos, el cuento por KO”.
En el cuento todos los elementos están centrados en la consecución de un objetivo. Se produce un efecto de concentración de los significados que difícilmente se da en la novela. Cada palabra debe ser escogida con sumo cuidado y estar plenamente justificada, no caben los manierismos, los giros, ni los “es decir”. Y si es posible, se recomienda incluso prescindir de los adjetivos, valen más los sustantivos potentes que no necesitan complementos.
El lector poco familiarizado con el género puede pensar que es más fácil escribir cuento que novela, pero nada más lejos de la realidad. Al menos cuando se trata de llegar a cierto nivel de calidad literaria, el cuento es mucho más exigente en cuanto al esfuerzo que demanda al escritor. Pero más allá de todo esto lo que realmente me interesa del género es lo que me puede aportar como novelista. Digamos que si un taller de escritura fuese un escenario teatral, los cuentos serían para mí diferentes ensayos (improvisaciones en la mayoría de ocasiones).
Lo que consigo con ello es explorar de forma rápida aunque exhaustiva un concepto (un cuento sobre la redención, por ejemplo). Y así voy trabajando diferentes elementos que podría integrar en una novela, dónde no se ha de subordinar todo a un único objetivo. Al menos actualmente esa es la línea que sigo cuando hago cuentos. Me los tomo como una oportunidad de trazar un mapa con los diferentes temas, arquetipos y obsesiones que rondan mi cabeza y que en el futuro compondrán mi literatura.

Para acabar os dejo un ejemplo de esto último en forma de cuento de autoficción: http://es.scribd.com/doc/133573158/Visto-Para-Sentencia

Próximamente: Escribir con música. ¿Sí, no, depende? Una reflexión sobre la música y el papel que juega como inspiración y durante el trabajo de taller