Verano.
Auto-ficción y Post-novela.
John Maxwell Coetzee es un escritor que sirve
inspiración para aquellos de nosotros que aspiramos a publicar en inglés a
pesar de no tener un origen anglosajón. Nacido en sudafrica, con ascendencia
neerlandesa y nacionalizado australiano cuenta con dos premios Booker (los más
prestigiosos en literatura en lengua inglesa) y un premio Nobel de Literatura.
Y es que cualquiera de sus libros es un manual de dominio del lenguaje de las
técnicas narrativas. Su trabajo también es un reflejo de sus inquietudes
respecto a la lucha por la igualdad social. Gran parte de su obra se centra en
el apartheid y en las consecuencias que tuvo y sigue teniendo en el tejido
social de Sudáfrica.
En mi opinión la novela que mejor representa el
encaje de estos dos elementos de su perfil (talento e inquietud social) es Desgracia (1999). Sin embargo, como
autor hoy me interesa más hablar de Verano,
uno de sus trabajos más recientes (2009). Se enmarca dentro de una trilogía de
memorias ficticias o noveladas. En Verano
(que abarca gran parte de su vida adulta) crea un juego de espejos que le
permite narrar su propia historia (ficcionalizada) con las voces de otros.
Adopta la perspectiva de un periodista que decide investigar a J.M. Coetzee y
para ello se entrevista con diferentes personas que tuvieron un papel
importante en su vida.
Lo primero que me llamó la atención fue el recurso
de la auto-ficción. El término os sonará si leísteis la entrada en la que
presenté un cuento propio titulado Visto
para sentencia que utiliza el mismo recurso (http://es.scribd.com/doc/133573158/Visto-Para-Sentencia).
En aquel momento no expliqué su significado, pero creo que se puede deducir que
se refiere a cuándo el autor convierte en ficción su propia experiencia. La
gracia del género consiste en despojarse de las máscaras que utiliza el
escritor para narrar su visión del mundo y hacerlo de forma honesta, a través de
su propia carne, sin disfraces ni personajes. Su mayor hándicap consiste en
hacer un número de equilibrismo que te permita mantenerte sobre la línea que
separa el ensayo o la tesis de la ficción. El truco para esto último está en no
olvidar que uno no le está contando la historia a un amigo mientras se toma un
café, sino que está construyendo personajes y narrativa como lo haría en
cualquier otro relato.
En Visto para
sentencia me voy mucho hacia el extremo de la ficción y en ocasiones pierdo
el equilibrio y deja de ser auto-ficción para convertirse simplemente en
cuento. A Coetzee en Verano no le
pasa. Él se mantiene muy fiel a su propia biografía, el ejercicio de fabulación
se encuentra más en la forma y el estilo que en la propia historia que narra.
Esto nos lleva el término post-novela que describe el tipo de artefacto
literario que es Verano. Se enmarca
dentro de la literatura expandida, es una de las soluciones al estancamiento de
este medio artístico. Así como la novela gráfica y la teleserie rompen completamente
el molde del libro, la post-novela mantiene el formato físico y el cambio es
puramente conceptual. La innovación y la ruptura las encontramos aquí en la
trascendencia del género: las entrevistas hechas por un periodista de repente
se convierten en un relato unitario con un discurso novelado, pero sin la
estructura clásica de introducción-nudo-desenlace. Verano no tiene presentación del conflicto, ni tensión ascendente,
mucho menos resolución. Es de esas “novelas” que simplemente termina.
Esta clase de giro manierista es el que quiero
imprimir en otro proyecto en el que trabajo actualmente con un amigo. La
historia gira en torno a una auditoria de recursos humanos echa por una
consultora a una pequeña empresa del ocio de Barcelona. Sin embargo la
intención es hacer una radiografía completa a partir de la información de los
consultores y hacerla encajar a modo de novela. ¿Todo un reto, verdad?
Próximamente: Salvatierra. El minimalismo literario.
La importancia de escoger a consciencia cada palabra y de concentrar el espacio
al máximo posible se hace patente en esta novela que es a la vez pequeña y muy grande.