viernes, 19 de abril de 2013

Dos velas para el diablo. La creación del universo propio.

Dos velas para el diablo es una novela publicada por SM en 2008, su autora, Laura Gallego es uno de los referentes en el género de la novela juvenil de fantasía en España. No es muy ejemplar en lo que a prosa se refiere, es demasiado emotiva y poco distanciada de la narración para mi gusto. Sin embargo, no hay demasiados autores que puedan competir con su desbordante imaginación y su capacidad para crear nuevos universos (una media de dos por año).


¿Y qué es exactamente el universo propio del autor? Es aquel espacio literario en el que se desarrolla la obra del escrito. No hace referencia sólo a la localización, también a la época y al contexto, al conjunto de reglas que vertebran la narración. Espero que con esta definición quede clara la estrecha relación que hay entre la creación del mundo literario y la verosimilitud, que es el conjunto de reglas que dotan de coherencia interna a la historia.
El proceso de construcción de este universo es diferente según el autor. Aquellos que optan por el realismo muchas veces se basan en ambientes que les son familiares, como Carmen Laforet y otros autores de la postguerra en España. En estos casos es habitual que dicho espacio, que ha sido relevante en la vida del escritor, esté presente en toda o en la mayor parte de la obra. En cambio los escritores de fantasía o de ciencia ficción en lugar de recrear lugares conocidos crean nuevos universos. A veces es de forma sutil, rompiendo un par de reglas de nuestro mundo para transformarlo. En otras ocasiones el autor realmente nos desplaza a otro universo. Un buen ejemplo sería de nuevo Laura Gallego en Memorias de Idhun. Para este segundo grupo de escritores no es tan habitual centrar toda su obra en un mismo espacio, sino que suelen crear nuevos mundos para cada una de sus historias.
Tal vez alguien se pregunte por qué no escogí como ejemplo central Memorias de Idhun, que es la saga más exitosa de Laura Gallego. Si bien Idhun es un mundo extenso y muy rico, el universo que crea la autora en Dos velas para el Diablo me parece más verosímil, mejor construido. Y sobretodo más concentrado, sin necesidad de una trilogía de quinientas páginas por volumen para llegar a conocer lo suficiente. Además de que como novela es bastante mejor. (Hay otra razón por la que escogí Dos velas para el diablo pero ya hablaré de eso en la siguiente entrada)
En definitiva, la creación del mundo propio (o mundos) es vital para el escritor. Ya sea el universo en el que van a flotar tus próximas veinte novelas o el primer universo de los veinte que te quedan por crear. Sin un trabajo duro y a consciencia en su construcción en él, cualquier historia que se inserte en él tendrá problemas de ambientación y verosimilitud. Además, considero que una vez que el lector llega al final del libro, este mundo en el que el autor ha plasmado un imaginario y una simbología es el que les mantiene atados, en ese nexo indisoluble que sólo la literatura puede conseguir.

Próxima entrada: Fanfiction. Los escritores no profesionales. El siguiente tema que ya he insinuado en ocasiones anteriores es el fanfiction, el género con el que descubrí el placer de escribir.

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