martes, 2 de abril de 2013

Con la soga al cuello. El cuento como laboratorio.


Con la soga al cuello es un libro de cuentos firmado por Flavia Company basado en una premisa curiosa: todas sus historias se componen de lo que podrían haber sido anécdotas de la vida cotidiana. Salvo que aquí acaban por llegar al extremo, convirtiéndose en situaciones en las que la decisión tomada supone una bifurcación en el rumbo de la vida del protagonista. Como quien tiene la soga en la mano, más bien. He tenido la suerte de que la autora me diera clases (de cuento, precisamente) y de ahí surge la idea de aprovechar algunos conceptos que he trabajado los últimos meses y relacionarlos con su libro.

Hay una diferencia fundamental entre el cuento y la novela en cuanto al efecto que producen en el lector y la forma en que lo consiguen. Una novela cuenta con una extensión que nos permite a los autores hacer uso de todo tipo de trampas (entiéndase bien el término) y recursos para tocar el alma del lector. El cuento, en cambio, se parece más a una partida en la que te la juegas todo a una carta, que suele ser un giro final sorprendente. En pocas palabras y por emplear una metáfora del agrado de la autora en cuestión: “la novela te gana por puntos, el cuento por KO”.
En el cuento todos los elementos están centrados en la consecución de un objetivo. Se produce un efecto de concentración de los significados que difícilmente se da en la novela. Cada palabra debe ser escogida con sumo cuidado y estar plenamente justificada, no caben los manierismos, los giros, ni los “es decir”. Y si es posible, se recomienda incluso prescindir de los adjetivos, valen más los sustantivos potentes que no necesitan complementos.
El lector poco familiarizado con el género puede pensar que es más fácil escribir cuento que novela, pero nada más lejos de la realidad. Al menos cuando se trata de llegar a cierto nivel de calidad literaria, el cuento es mucho más exigente en cuanto al esfuerzo que demanda al escritor. Pero más allá de todo esto lo que realmente me interesa del género es lo que me puede aportar como novelista. Digamos que si un taller de escritura fuese un escenario teatral, los cuentos serían para mí diferentes ensayos (improvisaciones en la mayoría de ocasiones).
Lo que consigo con ello es explorar de forma rápida aunque exhaustiva un concepto (un cuento sobre la redención, por ejemplo). Y así voy trabajando diferentes elementos que podría integrar en una novela, dónde no se ha de subordinar todo a un único objetivo. Al menos actualmente esa es la línea que sigo cuando hago cuentos. Me los tomo como una oportunidad de trazar un mapa con los diferentes temas, arquetipos y obsesiones que rondan mi cabeza y que en el futuro compondrán mi literatura.

Para acabar os dejo un ejemplo de esto último en forma de cuento de autoficción: http://es.scribd.com/doc/133573158/Visto-Para-Sentencia

Próximamente: Escribir con música. ¿Sí, no, depende? Una reflexión sobre la música y el papel que juega como inspiración y durante el trabajo de taller

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