lunes, 4 de marzo de 2013

Religión para ateos. El arte sin instrucciones.


En este ensayo, Alain de Botton nos presenta una forma diferente de mirar las religiones. El autor plantea una nueva forma de diálogo entre religión y laicismo, una que deja fuera de la discusión los elementos sobrenaturales y místicos. Para el autor la sociedad secular no debería verse obligada a escoger entre el todo y la nada, sino que hay un punto en común. Hace propuestas concretas y da guías sobre cuáles son los elementos de diferentes religiones que se podrían rescatar para enriquecer a la sociedad secular.
No pretendo explayarme en mis opiniones sobre el libro en general ni sobre las tesis del autor. Sólo diré que recomiendo la lectura a cualquiera que sienta el más mínimo interés en la premisa ya que ciertamente consigue hacerte reflexionar. En fin, en lo que quiero centrarme es en uno de los capítulos, el que dedica al arte. ¿Qué por qué? Pues porque en el sustrato de mis intenciones como autor hay muchas coincidencias con la forma en que Alain de Botton le gustaría que fuese el arte moderno laico.
La principal queja, si es que se puede decir así, es que echa en falta en el arte contemporáneo un elemento vital que es indisociable del arte religioso. Este último siempre le indica al observador qué es aquello de la obra de arte en lo que debe fijarse, qué debe rescatar de la misma, qué hay en ella que sirva de alimento para su alma. El arte laico deja esto al ingenio del espectador. Es éste tiene que descubrir los elementos ocultos en la obra y si no lo hace, seguirá perdido sacará nada (ni siquiera placer estético teniendo en cuenta que en general el arte moderno busca reacciones opuestas al placer, se persigue más bien generar desagrado/rechazo). No hay más que pasearse por  un museo y ver las pinturas y esculturas de autores conceptuales para entender a que se refiere Alain de Botton: el espectador previo no cuenta con el manual de instrucciones que le permitiría descifrar el significado del trabajo del artista, no tiene forma de sacarle jugo.
En literatura también ocurre, naturalmente. Algunos autores apuestan más fuerte que otros por una escritura críptica, que no se puede descifrar sin la ayuda de un hermeneuta que nos indique cuales son los puntos de referencia del autor. E incluso los que no juegan tan duro, también son difíciles de entender en profundidad si no se ha leído a sus maestros. Esto genera un problema de acumulación, porque si para entender a Borges en profundidad hay que leer antes a Dante, Shakespeare, Cervantes y Homero… Y dentro de unos años hay que leer a Borges, a Cortázar y a los maestros de los mismos para entender a un nuevo autor. Esto tampoco sería un problema si al menos el lector supiera de antemano a quién tiene que leer antes para entender lo que tiene entre manos. Claro que esto no ocurre así, porque el artista laico contemporáneo es en general bastante reacio a incluir manuales de instrucciones en sus obras. No es que este tipo de literatura sirva como alimento para el alma, todo lo contrario, es caviar. El problema es que, al igual que el caviar, vende su peso en oro, es alimento para los muy bien leídos.
La última reflexión que plantea esto es la de la supuesta crisis de la literatura de la que tanto se habla. Es una patraña, no hay tal crisis. Los lectores de “alta literatura” son los mismo hoy que hace 2 siglos y los trabajos que se hacen hoy tienen calidad igual que la tenían los de hace 2 siglos. El problema no está en la alta literatura, sino el género del best seller. La cultura de masas de hace unos años estaba impregnada de referencias que llevaban a leer cosas mejores (recordáis que hablé de esto en la entrada anterior?). Hoy no, hoy Crepúsculo te lleva a leer 50 Sombras y Dan Brown te lleva a leer más Dan Brown. Que no es que me parezca mal, el problema es que crean un bucle y de ahí no salen. Antes Harold Robins o Irving Wallace te podían llevar a leer cosas más complejas. Hoy el lector encuentra pocos autores populares que le ayuden a hacer ese salto. Esa es, en mi opinión, la auténtica crisis de la literatura.

P.D. Os adjunto un trabajo sobre Religión para ateos que hice el trimestre pasado en el Máster en Creación Literaria. Es un análisis del libro desde el punto de vista de un editor y tiene algunas semejanzas con un informe de lectura. Sólo para los que de verdad estén interesados en la edición: http://es.scribd.com/doc/128359204/Religion-para-ateos

Próximamente: “Harry Potter. El año en que nací sin saberlo.” Porque ya va siendo hora de explicar de dónde vengo y por qué quiero ir a dónde voy.

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