En la línea que sigo últimamente de investigar a los
protagonistas antihéroicos de la ficción contemporánea me acerqué a Retrum. No
es que Christian me ayudase mucho a continuar con la definición de Emily, pero
de las dos novelas se puede decir que he sacado petróleo. Por ello le dedicaré
esta entrada y la siguiente además de la reseña que podéis leer aquí:
ATENCIÓN:
SPOILERS a mansalva http://es.scribd.com/doc/123612465/Resena-Retrum
Así como la segunda entrada estará dedicada a los detalles más reprochables de Retrum, en esta quiero centrarme en los elementos más positivos que me interesa destacar.
En primer lugar, la ambientación. Es lo primero de
lo que hablaría cualquier lector al que le preguntásemos que le gustó de
Retrum. Miralles no se escuda en el recurso de decirnos “la historia ocurre
aquí” y luego difuminar la acción en escenarios reconocibles. No, la atención
al detalle en las ubicaciones está presente a lo largo de las dos novelas. No
es sólo el hecho de que los lugares son reconocibles (y visitables sin tener
que saltar ninguna valla), sino de que están recreados acorde a lo que la novela
requiere. Es decir, el autor no cae en el realismo puro y duro sino que escoge
los elementos a resaltar para crear la atmosfera apropiada.
En segundo lugar hay que destacar otro talento de
Miralles que es la capacidad de captar la atención con historias sencillas. Ya
lo demostró con Un haiku para Alicia
y en Retrum intenta repetir el patrón. La dificultad en esta ocasión era que
las premisas del argumento eran más complicadas, pero aun así siempre lo lleva
a lo básico: las relaciones. La de Christian con su familia, con su instituto,
con los pálidos, etc. Un punto aparte merecería la relación con el padre, que
sin estar descrita de forma necesariamente realista sí que da en el clavo con
lo que sería la percepción de un adolescente: sentirse abandonado e
incomprendido.
En tercer lugar la cantidad de referencias
culturales presentes en los dos libros, desde canciones, libros, películas,
etc. Personalmente considero que es algo que siempre sube la nota media. La
literatura juvenil tiene la función de promover la afición por la lectura y hay
diferentes formulas para conseguirlo. La mayoría de autores optan por el
entretenimiento y apelan a las emociones de los lectores. Miralles va más allá
y además de crear un artefacto de agradable lectura sugiere cuales podrían ser
las siguientes. Se puede llegar a Tolkien a través de otras novelas de
fantasía, a Orwell a través de la reciente moda de los mundos distópicos y aquí
se propone llegar a Rimbaud o Byron a través de Retrum. Atrevido y ambicioso,
pero me gusta, está en la línea de lo que yo querría hacer.
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