miércoles, 29 de mayo de 2013

Death Note. Forzando al límite el arquetipo del antihéroe.

Death Note es un manga escrito por Tsugumi Oba e ilustrado por Takeshi Obata. La historia se centra en Ligh Yagami, el hijo perfecto, el estudiante de instituto nº 1 del país. Un día, la suerte y el capricho de un ángel de la muerte hacen que caiga en sus manos un cuaderno sobrenatural: la Death Note. La persona cuyo nombre se escriba en él, morirá. Light tiene un ego desproporcionado sólo comparable a su fuerte sentido de la justicia. Esta peligrosa mezcla dará lugar a su ambición de utilizar el cuaderno para librar al mundo de criminales y acabar con la maldad, convirtiéndose así en un Dios castigador. Los doce volúmenes han vendido más de veintiséis millones de copias y la serie ha sido nominada a varios premios. El reconocimiento de la crítica en todo el mundo ha sido muy favorable aunque no desprovisto de polémica. ¿Cuál fue la clave del éxito? ¿El brillante giro que le dio Tsugumi Oba al marchito género policial?

No, el secreto es Light, la quintaesencia del arquetipo del antihéroe y, al mismo tiempo, una de sus transgresiones más flagrantes. Una definición concreta del antihéroe moderno nos habla de un personaje que realiza actos heroicos con métodos o finalidades discutibles. Antihéroes hay muchos, pero no existe en el género shonen (el equivalente demográfico en el manga de la literatura juvenil) un protagonista como él. ¿Por qué digo que Light es y a la vez no es un antihéroe? Porque es un personaje que interpreta a otro personaje: es un villano que se disfraza de héroe, se pone en primer plano y nos intenta convencer (y a ratos lo consigue) de que lucha por la justicia. Es lo que yo denomino un héroe diabólico.
A diferencia del perfil habitual de este arquetipo, el origen de la desviación ética de Light no se encuentra en un pasado trágico. Su distorsión se nos presenta como fruto de su personalidad, de sus tendencias innatas: es un ególatra perfeccionista que se cree capaz de cambiar el mundo él solo. No muy diferente del adolescente medio, sólo que él realmente tiene el poder de fulminar a quién le dé la gana. Esto nos revela otra ruptura clara con el perfil: sus métodos e intenciones no son cuestionables, son punibles. ¿Exterminar a todos los malvados y convertirse en un Dios? Que alguien llame a los de la camisa de fuerza.
Light es el héroe de la historia, el protagonista con el que el autor nos hace empatizar. A ratos queremos que gane, que la policía le deje en paz. Pero sigue sin ser un antihéroe. Este debería moverse en la zona gris que hay entre un héroe y un villano. Light pasa el 80% de la historia hundido en la zona negra que normalmente se reserva para los genios del mal más retorcidos y despiadados. En definitiva, tiene más similitudes con un asesino en serie como Dexter, que con los antihéroes clásicos como el Lazarillo o Don Quijote. Es posible que el antihéroe esté cambiando, que se adapte a la post modernidad (si es que existe tal cosa), aunque mi opinión es que nos encontremos ante un perfil emergente completamente nuevo.

Esa sería la gran aportación que ha hecho Death Note a la novela en la que trabajo: el concepto del personaje. La idea de incluir un protagonista en la literatura juvenil que parezca tan inapropiado para este género. Dexter funcionó para los adultos y jóvenes adultos, Light para los jóvenes y adolescentes. ¿También podrá Emily generar empatía en el lector al ser insertada en un medio tan extraño para un personaje de sus características? Tengo la convicción de que es momento de que la literatura juvenil de el salto y se atreva con los nuevos héroes diabólicos.


Próximamente: Death Note (2). ¿Obra maestra o gran acierto comercial? Seguiré hablando de esta fantástica serie y las razones de su éxito, así como de otras aportaciones que me hecho como escritor.

lunes, 20 de mayo de 2013

Nikita. Los asesinos con consciencia y las organizaciones secretas.


Nikita es una serie de televisión norteamericana, basada en una película francesa y una serie canadiense emitida entre 1997 y 2001, ambas con el mismo nombre, el de su protagonista. Una ex-agente de una organización llamada División, tan secreta que el propio presidente desconoce su existencia, dedicada al espionaje y el asesinato. Nikita escapó después de que asesinarán a su prometido y vuelve varios años después para vengarse y destruir División. ¿Nuevo? No, la historia del asesino/a que se enamora, encuentra su consciencia y empieza a combatir a los que antes le pagaban la hemos visto mil veces en películas como El Profesional (Léon). Por cierto la película Nikita y Léon están dirigidas ambas por Luc Besson.

Que algo se haya hecho muchas veces antes no significa que la siguiente copia tenga que ser peor. En la narrativa ya están todas las historias contadas, así que nuestra esperanza es volver a contarlas de una forma fresca y diferente. Nikita lo consigue en ciertos sentidos, tiene una estética moderna pero realista difícil de conseguir en otro formato que no sea el televisivo.
Los asesinos con consciencia y las organizaciones secretas son dos temas recurrentes en mi narrativa, Nikita y la novela en la que trabajo actualmente los reúnen a ambos, por lo que la primera se convierte en un referente para la segunda. Pocas películas y series de televisión consiguen retratar de forma tan verosímil (y recordemos que verosimilitud no implica realismo) el funcionamiento de una agencia de espionaje. La serie es para mí una mina de ideas en lo referente a la forma de operar, los recursos y estrategias de este tipo de organizaciones.
Un tema aparte son las protagonistas de ambas obras, aquí la serie empieza a resultar menos útil. Mientras que mi novela gira en torno al lado oscuro de Emily, Nikita se nos muestra como una mujer ya redimida, que ha dejado atrás su maldad (aunque esta no haya desaparecido). Nikita es una heroína consagrada, mientras que en mi novela lo que se narra son los primeros pasos de Emily en esa dirección. La agente renegada de División ya ha aprendido la lección que la leal asesina aun desconoce: que el mal que crece desde dentro no se puede eliminar, sólo se puede aprender a utilizarlo para el bien.

Próximamente: Death Note. Forzando al límite el arquetipo del antihéroe. Una reseña sobre uno de los mangas más alabados de los últimos años. ¿Es realmente una obra maestra?

viernes, 10 de mayo de 2013

Mass Effect. No desviarse del camino, o sí.


La trilogía de Mass Effect es una de las sagas de videojuegos más famosas de los últimos años. Versión abreviada para los que no la conocéis:
En un futuro cercano, la humanidad encuentra ruinas en Marte que la llevan al descubrimiento de una tecnología alienígena que los conectará con el resto de la galaxia, permitiéndoles viajar a las estrellas más lejanas de la Vía Láctea. Todo para descubrir que son los últimos en llegar a la fiesta y que otras especies viajan de esta forma desde hace milenios. Y lo que es peor, apenas medio siglo después de que empiezan a expandirse, otro descubrimiento cambia el curso de la historia: toda la galaxia se enfrenta al peligro de una antigua raza de máquinas llamadas “Segadores”, que han vuelto para arrasar todo a su paso. Y, cómo no, el único que puede impedir esto es un marine humano, el Comandante Shephard. Como dice una de sus compañeras de viaje: Me alegra que la inminente destrucción de toda la vida orgánica le haya dado un empujón a tu carrera.


¿Y por qué Mass Effect? Cuando se desarrolla una saga pueden pasar dos cosas: o lo planeas todo a la perfección desde el principio, o en algún momento empiezas a desviarte. Esta trilogía es un ejemplo de lo segundo. Empezando por los conceptos de jugabilidad: todo empezó como un RPG con un poco Shooter táctico y acabó en un Shooter con algún elemento de RPG. Lo más interesante no es esto, sino los tumbos que va dando la historia hasta llegar a un final que a muchos fans les pareció una broma macabra. Si bien no se puede negar que el universo está bien construido en cuanto a antecedentes, los escritores no parecen haberle puesto el mismo empeño en mirar hacia el futuro de la historia que querían contar. Esto se nota a través de los agujeros argumentales. La mayoría de historias los tienen y la dificultad de suprimirlos aumenta cuanto más se expande en duración, con lo que las sagas están plagadas de ellos. Si el argumento de una saga no se planea al dedillo antes de escribir la primera línea del guión pueden pasar cosas como esta:
-Una solución final (Deus ex machina) que destruye el universo creado, lo deja estéril y convierte en irrelevantes la mayoría de decisiones que el usuario tomó antes de los últimos cinco minutos. 
-Una segunda parte que se convierte en una transición molesta e irrelevante.
-Premisas que no se acaban respetando.
(¡Ojo! Sigue siendo una saga excelente, de las mejores de los últimos años en mi opinión. Y aunque el final fue un poco decepcionante, me lo pasé pipa hasta la última línea de los créditos.)

En definitiva, es un mal endémico de las series de televisión y los videojuegos: un equipo empieza a construir la historia y la termina otro diferente, con lo cual los planes originales que hubieran muchas veces se van al traste. Esto no ocurre en los libros, lo que reduce el riesgo de generar agujeros en el argumento, pero sólo ligeramente. Por eso tomo muy en cuenta uno de los mejores consejos que he recibido durante el máster: Uno debe empezar a escribir una vez que ha visto el final. Flavia Company.

Próximamente: Nikita. Los asesinos con consciencia y las organizaciones secretas. En la próxima entrada hablará de otra serie de televisión que está siendo de inestimable ayuda a la hora de ayudarme a construir el universo para la novela en la que trabajo.

viernes, 3 de mayo de 2013

El Fanfiction. Los escritores no profesionales (2ª parte).


El Fanfiction puede ser una herramienta de gran utilidad para los interesados en iniciarse en el mundo de la escritura. En el Máster de Creación Literaria discutimos sobre la importancia que tiene trabajar lo que llamamos la tradición propia. Es decir, las obras y autores que nos han influido, nuestros referentes. Hay muchas formas de hacerlo: la traducción, el homenaje (de muchos tipos), las referencias cruzadas. El Fanfic es el que llevo más tiempo usando (y sin saberlo al principio). Cuando miro retrospectivamente los trabajos de este tipo que he hecho hasta puedo sacar conclusiones: sobre el tipo de literatura que quiero hacer, lo temas que me interesan e incluso algunos malos vicios que la práctica ha de ayudar a corregir.
También insinué en la primera parte de la entrada que el Fanfic no siempre está bien visto. Siendo claros, es un género que no cuenta con un soporte legal, las obras no están protegidas y tampoco se les debería acusar de ser plagios. En su defensa he de decir que el Fanfic no engaña, el que llega a él sabe lo que va a encontrarse. No se distribuye con ánimo de lucro y no pretende suplantar ni aprovecharse del trabajo original de los autores. Como explicaba antes, puede ser incluso un homenaje. Claro que no todos los escritores que ven a sus lectores escribiendo Fanfiction sobre su obra se lo toman igual de bien. Ejemplo de ello son algunas de las acciones legales que emprendió J.K. Rowling contra algunos de sus fans. (Dejo de lado el caso Lexicón, ya que no era un Fanfic sino un libro a punto de ser publicado)
Y para acabar un pequeño ejemplo de Fanfiction hecho por mí (que hasta ahora sólo he compartido literatura de No Ficción). Es un cuento corto, algo poco habitual en mí, que se me alargan las historias hasta convertirse en novelas. Con motivo de un ejercicio para el Máster en Creación Literaria se nos pidió que reescribiéramos un “mito de origen”. Podía ser del cosmos, de algún personaje, de la civilización humana, etc. Yo escogí basarme en el universo que crea Laura Gallego en Dos Velas para el Diablo y usé su mitología para contar los orígenes de nuestra especie. Así nació Ángeles, Demonios y Australopithecus.

Próximamente: Mass Effect. No desviarse del camino, o sí. Será la primera entrada sobre un videojuego y la aprovecharé para comentar algunas conclusiones que se extrapolan a los libros sobre la regularidad de una saga.